La tribu

Una mañana envolví mi calavera entre los periódicos del día

y corrí al desierto donde el sol adormece y abrasa

en busca de mis huesos

Mi terca tibia el galante occipital tan amado por su médula

el ufano esfenoides

la mugre de mis uñas y la luna de mi sien

eran la viva estampa de mi tribu

--Este no eres tú

tú eres otro--

me decía mirándome en los fríos charcos de las calles de Sonoma


La nieve era un muñeco gordo herido por la ventisca

(Un cubo de nieve se forma arañando la escarcha del refrigerador

cuando ya no queda nada de comer en su interior)

Viajé anduve nadé

Crucé dos/ tres/ mil fronteras

hasta ingresar a las ciudades donde vive un Dios impaciente

Es un administrador implacable

Las muertes que dispensa siempre son intencionales


Veo mis huesos azules en los cristales de los rascacielos

colgando de un andamio en otro planeta

pregunta mi barba de dónde la llovizna esta tristeza

El viento es un puñal que me sacude

Pero sé que mi cuerpo está en alguna parte

a menudo lo veo entre sueños


Noche tras noche a la hora de comer

desempaco mi calavera de su cuna de periódicos

la beso mi aliento a soda

Toda vida todo abismo todo dique

todo árbol todo clavo toda sangre

El hombre y la mujer que yo contengo

son la viva estampa de mi tribu

10 comentarios:

  1. Me alegra verte con tu poesía en línea, Miguel. :-)

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  2. María, Ele, gracias por romper capote...

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  3. Excelente poema para comenzar un blog. Toda tu muerte, todas tus vidas, unas y otras en su límite de contención como una frágil gota.

    René E. Rodas

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  4. René, gracias por tu interpretación; Amparo, por tu síntesis cariñosa

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  5. Muchas gracias por mostrarme tu blog. Me gustó mucho este poema, además, está muy bien escrito.
    Un saludo, hermano poeta.

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  6. Muchas gracias por mostrarme tu blog. Me gustó mucho este poema, además, creo que está muy bien escrito.
    Un saludo, hermano poeta.

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  7. Saludos Francisco, un abrazo ultramarino

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  8. Miguel, te encuentro justo ahora que nos hacemos tanta falta.

    4:40

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